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Mostrando entradas de 2009

Toledo

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Latido

Los hombres desean vivir, pero desean aún más morir y procrean hijos para que nazcan otros destinos de muerte Heráclito El día que decidí morir estaba viva. Brillaba con fuerza e intensidad, tanta que dejaba ciegos mis ojos, los propios, los que siempre me observan. Ardía con desesperación y furia. Iré a Dios, me dije y entonces comenzaron las contracciones cada vez más fuertes y el terror, el temor inmenso que paraliza todo. El día que morí estaba en su seno. Yo dormía y su llanto me despertó. Jugaba y su voz me sobresaltó. Ella no sabía que me vería al final del túnel indefensa, desnuda, larga, pura mirada sobresaltada. Ella pensaba en él, en su nombre, en la prole. Tomé impulso con la última contracción para dar el aliento final que me llevara de la oscuridad a la luz porque brillaba si, pero era noche allí adentro. La casa estaba vacía y en penumbras. Debía desprenderme de ella, ser yo al fin aunque nosotras nos amábamos tanto la una a la otra. Yo que era ella, me lancé a la muerte

Venice

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Hasta el fin

Félix vivía en una casa rodeado de libros. Con él, Antonia. Ella cocinaba, limpiaba y ordenaba todos los días para Félix que pasaba sus días sumergido en el trabajo y en el libro de turno porque le gustaba mucho leer. Esa tarde de junio, Antonia estaba encaramada en la biblioteca pasando el plumero a los estantes y una franela a cada libro. Libro por libro. Lo hacía con cuidado y devoción. Cuando estiró la mano para tomar un volumen que estaba en el estante más alto tropezó y cayó al piso. Cayó boca abajo estrepitosamente. Félix la vio, la tomó en sus manos, le acarició el lomo con la yema de los dedos y pasó su nariz a centímetros de ella mientras la olía con fruición. La sorpresa los desconcertó a ambos porque ni bien reparó en las palabras… Toda vida es un pozo de soledad que va ahondándose con los años … la dejó deslizarse nuevamente hacia el piso. Ella cayó de espaldas cerrándose de un golpe seco. Esta vez permaneció cerrada en sí misma mientras las letras y las palabras se mezcla

Pensando

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Hormigas Rojas

Cuando la enfermera te limpió con alcohol el brazo, la miraste. Ella sacó la aguja, presionó y la clavó. Las hormigas se desparramaron por tu cuerpo. Con cada picadura perdías memoria de vos mismo, de tu nombre y de tus motivos para estar allí. La más pequeña y colorada te habló. Entonces te diste cuenta que la enfermera era un bicho diminuto que con insistencia te daba la orden de dormir. Vos te negabas pero las hormigas parlantes se multiplicaron por mil. Gritaban cada vez más fuerte y más frenéticas. Por eso te incorporaste y te las sacudiste del cuerpo y de un pisotón las mataste a todas. Bueno, casi todas. La más diminuta de la voz chillona con delantal blanco te seguía hablando a voz en cuello. –Aflojate. No es nada. Y cambiaba de tamaño con cada tono más fuerte. Le sacaste la jeringa de las patas y empezaste a perseguirla por los pasillos del hospital. Ella se reía a carcajadas y corría mucho más rápido que vos. Cuando llegaron a la calle la perdiste de vista entre la gente. Te

Infinito

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Solitaridad

No tiene edad definida, ronda los cincuenta años. Suele usar pantalones y zapatos sin taco. Se deja las canas, se tiñe cuando su pelo adquiere un aspecto de dejadez y desprolijidad. Suele meter las manos en los bolsillos al caminar. Para hablar adopta una postura indolente como si lo que dijera no tuviera demasiada importancia. Cuando se involucra con una idea, saca las manos de los bolsillos y se las pasa por el pelo acomodando algún mechón que está fuera de lugar. Sonríe poco aunque recurre con frecuencia a la ironía, ella espera que la sonrisa provenga de su interlocutor, entonces su sonrisa es un reflejo, como un eco repetido del que tiene enfrente. Tiene dos pares de anteojos pero solo los usa cuando algo requiere su atención exclusiva. Cuando da clases se apasiona con un tema pero son tantos los que le interesan y la entusiasman que a menudo se dispersa. Intenta escuchar a sus alumnos y lo hace con genuino interés pero con frecuencia los interrumpe para redondear ella una idea. A

Carnavales Quitapenas

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La real academia define al carnaval (de carnelevare de carne, carne y levare , quitar) como los tres días que preceden al comienzo de la Cuaresma, también lo define como fiesta popular que se celebra en tales días, y consiste en mascaradas, comparsas, bailes y otros regocijos bulliciosos. Una segunda entrada le da un giro idiomático despectivo. Cuando se refiere a que algo es un carnaval denomina al conjunto de informalidades y actuaciones engañosas que se reprochan en una reunión o en el trato de un negocio. Como estamos en esos días se me ocurrió investigar y dar cuenta de dicho acontecimiento. En la ciudad de Buenos Aires se celebra de distintas maneras, las hay más organizadas, más o menos informales y están también aquellas promovidas por los centros culturales. A pesar del mal tiempo que hizo por estos días la gente no dejó de celebrar y lo hizo en las calles, en los hogares, donde diera lugar. Creo que es una fiesta siempre vigente y digna de ser tenida en cuenta llena

Vicky Cristina Barcelona

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Penélope Cruz, Javier Bardem y Scarlett Johanson Ayer, día en que el mercado nos imponía la celebración de la fiesta de San Valentin, los astros se alinearon y coincidimos una vez más con mi hermana en el cine. La última de Allen, un experto en retratar ciudades según la aguda observación de mi sis. A ella le pegaron el tema de las decisiones que cada persona hace a lo largo de su vida, a mi las interpretaciones, la bella e insistente musiquita. La narración de la voz en off me recordó a aquella en Dogville de Lars von Triers. No faltaron los toques de humor e ironía. Pasé un buen rato aunque iba casi sin expectativas. Tal vez sea eso de los años y el haber visto ya tantas cosas que la vuelven a una escéptica y poco comprometida con sus gustos. En síntesis, la película me agradó. Creo que el gran tema, volviendo a San Valentin y los enamorados, es el amor. Como siempre. Amor, muerte y viajes. ¿O acaso existen más?

Manual de supervivencia

Cuando escuchó el primer golpe se sobresaltó y tiró al piso el manual de supervivencia que estaba leyendo. El libro era un compendio de técnicas de relajación, consejos sobre autoayuda y maximización de los recursos personales. Tenía letras verdes y una foto de un hombre en el espacio en la tapa. Oyó un segundo golpe seco, un puño cerrado golpeó la puerta por segunda vez. Catalina se puso de pie y se dirigió a las escaleras. En el pasillo se detuvo. Silencio. Una rama del pino que había junto a su ventana golpeó el vidrio. No podía creer que dos veces hubieran golpeado a la puerta. Un horror súbito la invadió. El terror era mayor al que había sentido el día que enterró al último sobreviviente. Era la angustia de sentir que a pesar de todo, no era ella la última que había quedado con vida después de la catástrofe. Ella que simplemente se preparaba para morir aún sabiendo que a nadie más importaría su muerte. Comprendió que había una segunda persona. Otro ser humano con el cual compartir

On the edge

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Tigres

De la fuente de las lágrimas hacía rato que habían nacido ya los tigres. Desde el fondo la contemplaban mirarse en el charco. Cada tarde se acercaba y los miraba y los acariciaba. Sus rayas la complacían. Ellos le mostraban sus bigotes y sus felinas caras de tigre blanco. Ella estaba orgullosa. Había iniciado la creación un día inesperado en primavera cuando la soberbia, esa palabra que vestía de rojo y amarillo y sonreía con aparente sencillez la despertó de una pesadilla nocturna. Entonces la tomó de la mano. Durante el camino María fue desovillando el carrete de hilo naranja mientras hablaba sin parar acerca de todo lo que le había sucedido desde la muerte de la madre. Cuando llegaron a la fuente ella la sentó junto a la piedra bajo el sauce. Allí Maria Celeste lloró su primera lágrima. Y de este modo nació la pupila negra del primero de los tres tigres. Era una perla negra y redonda que refulgía desde lo profundo de la fuente de aguas claras. Se clavó fija entre sus ojos y María Ce