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Mostrando entradas de septiembre, 2009

Hasta el fin

Félix vivía en una casa rodeado de libros. Con él, Antonia. Ella cocinaba, limpiaba y ordenaba todos los días para Félix que pasaba sus días sumergido en el trabajo y en el libro de turno porque le gustaba mucho leer. Esa tarde de junio, Antonia estaba encaramada en la biblioteca pasando el plumero a los estantes y una franela a cada libro. Libro por libro. Lo hacía con cuidado y devoción. Cuando estiró la mano para tomar un volumen que estaba en el estante más alto tropezó y cayó al piso. Cayó boca abajo estrepitosamente. Félix la vio, la tomó en sus manos, le acarició el lomo con la yema de los dedos y pasó su nariz a centímetros de ella mientras la olía con fruición. La sorpresa los desconcertó a ambos porque ni bien reparó en las palabras… Toda vida es un pozo de soledad que va ahondándose con los años … la dejó deslizarse nuevamente hacia el piso. Ella cayó de espaldas cerrándose de un golpe seco. Esta vez permaneció cerrada en sí misma mientras las letras y las palabras se mezcla