María siente que desaparece cuando habla de su gata preferida. La gata que le regaló Luciano para el cumple. Ella quería un gato callejero, un señor gato pero Lu optó por una siamesa de treinta días. Cuando evoca a su gata en una conversación se desintegra se ausenta se vuelve invisible. Se transporta a un lugar – con nieve donde ella es un gato en un país de gatos, hay pinos y el sol brilla siempre como en un atardecer cálido, ella se alimenta de las ratas que caza en el bosque y juega con los demás gatos, todos salvajes, todos amigos-. En ese lugar está a salvo de todo y de todos. A veces tiene riñas de gatos. Son feroces y ruidosas pero sale ilesa y vuelve a su casa en el bosque en el árbol más añoso del bosque milenario. Del mismo modo que se desmaterializa cuando nombra a su mascota, su amigo tiene el poder de traerla de vuelta a este planeta. Si ella se desvaneció tras una idea o alguna palabra, el la nombra con voz firme y segura. –María Sánchez Loria-, le dice acentuando las co...