By pass

Corría julio del 2000. Acababa de bajar del avión de “American Airlines” que nos trajo a Luz y a mí de regreso de los Estados Unidos . Fue un vuelo veloz que atravesó rasante el colchón de nubes del ecuador y los pulmones de América latina. Venía con mis valijas y las bolsas del duty- free- shop rodando en un taxi por avenida Belgrano. Le había dado las indicaciones al chauffer:



- Avenida Belgrano al mil quinientos cuarenta y pico, pasando el departamento de Policía- Quise ir directo al trabajo sin dejar el equipaje por casa. No deseaba tomarme ni un respiro. Quería estar allí. Mi presencia era indispensable. No vaya a ser que los alumnos perdieran un valiosísimo día de clases.



Veintinueve de Julio de 2000. Estoy desesperado. Acorralado por los cuatro costados. Las deudas son impagables. Trabas y burocracias por todos lados. Miro la bala. Es una. Sé donde hará impacto. Tiene hora y destino fijados de antemano. Cargo el arma. Escribo la carta. Está dirigida a él. Mañana mi desaparición tal vez figure en los periódicos. No voy a estar para leer los titulares. Sé donde estaré. Hubiera querido que las cosas resultaran de otro modo. Dudo. Algo parecido a la bronca me quita el aire en el pecho. Una bruma espesa me enturbia la visión. Aprieto el puño sobre el gatillo. Apunto directo al blanco. Cierro los ojos. Cuando los abra la estaré mirando desde otra dimensión. La veré despertarse deprimida. Mirará pasmada las noticias. Suspenderá la fiesta del día del maestro. Será once de septiembre del 2001.



A la altura de Avenida Belgrano y Entre Ríos observé una serie de autos policiales y una ambulancia, detenidos frente al edificio de la fundación Argentina de Cirugía Cardiovascular. Cuando paso por el edificio pregunto al chauffer que era lo que había sucedido.

-Se mató Favaloro, se pegó un tiro en el corazón- me dijo.

–Pobre hombre- pienso mientras busco entre mis cosas el delantal azul de pespunte bordó , me acomodo el pelo y pago con un billete de cincuenta.



 Originalmente publicado en  El aleph

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